Sobre las 19:40 del martes, familiares de la víctima concurrieron desesperados a la Unidad de Investigaciones para denunciar que Romero había sido secuestrado. Declararon que dos personas armadas llegaron a su vivienda ubicada en la avenida San Martín e Independencia y se lo llevaron a la fuerza. 

La Policía montó un operativo de búsqueda que derivó en un cierre de fronteras con puestos de control en varias rutas y caminos. Con las primeras luces del día un familiar encontró su cuerpo en un predio del camino a la “Picada del Indio”, a cien metros de la entrada del hipódromo San Félix y muy cerca de la costa del río Uruguay. 

“Estaba atado de pies y manos con precintos. Los asesinos descerrajaron 10 disparos con armas calibre 9 milímetros”, confió una fuente de la investigación. Hasta ahora la Policía no ha podido avanzar en el caso dado que ha encontrado total hermetismo en su círculo más cercano y en los ambientes en los que se movía la víctima, propietario de un establecimiento comercial “24 horas” y de un local de comidas al paso en plaza Artigas de esa ciudad.

La fiscal de primer turno, Carolina Martínez, aguardaba anoche el resultado de la autopsia y la carpeta científica con el peritaje realizado por personal de la Dirección de Investigaciones de Paysandú.

“El fallecido tenía antecedentes por comercialización de estupefacientes y por hurtos”, confirmó Martínez. 

La fiscal trabaja en el caso desde las primeras horas del día, cuando se trasladó hasta el sitio en donde encontraron el cuerpo. No está claro que lo hayan matado en ese lugar. 

Los investigadores trabajan sobre la hipótesis de ajuste de cuentas. “El Pichulo”, como se lo conocía en la ciudad, había cobrado cierta fama de “intocable”, según consignó El Telégrafo. Su cuerpo fue hallado a pocos metros de donde en octubre del año 2006 fue acribillado su hermano, Pedro Miguel Arguet, apodado “el Oveja”. 

El 8 de abril de 2008 en un megaoperativo “el Pichulo” fue detenido luego de transportar cajas con 88 kilogramos de cocaína. El cargamento llegó al país en un avión Cessna pilotado por dos ciudadanos de origen boliviano.

Tras cruzar la frontera desde Argentina, la aeronave descendió en un predio cerca de Casa Blanca, sin percatarse de que la Brigada de Narcóticos los esperaba tras un paciente trabajo de inteligencia, lo que permitió desbaratar la banda.