Nuestro país no tiene previstas honras oficiales para las esposas de nuestros presidentes. Nuestra legislación no prevé lo que en muchos otr0s países es casi normal. De seguro existe cierta sabiduría en esas disposiciones, en definitiva otro elemento más que nos coloca como una sociedad igualitaria en muchos aspectos. Sin embargo el pueblo común y corriente le realizó un hermoso homenaje a esa buena mujer que fue María Auxiliadora Delgado de Vázquez.

Por estos días mucho se ha dicho, escrito y reflexionado. Hemos visto desde dirigentes de todos los partidos, incluso muchos que han tenido enfrentamientos importantes con nuestra fuerza política, realizar un respetuoso y afectuoso acercamiento. Hemos leído decenas de manifestaciones en redes sociales que ponían en alto el valor de esa buena señora, de modales y poses serenas y voz tranquila.

Los uruguayos hemos valorado tener una primera dama lejos de las luces, sin estridencias, tan diferente a otras que han ocupado ese lugar. Una mujer que tuvo un lugar destacado en la acción, pero no en la difusión de sus acciones. Sin ir más lejos, en nuestro departamento la supimos tener por su obra de atención a la salud bucal en las escuelas, y la mayoría de los medios de comunicación no se enteraron que ella estaba.

Hubo mucha gente acompañando a nuestro Presidente  y a sus hijos en su despedida. Hubo muestras de afecto de todo tipo, y hubo en el rostro de nuestro Jefe de Estado la demostración viva de lo que significa esa partida. Y allí estuvo el pueblo, sereno, tranquilo, acompañando en el dolor y en el momento de la despedida terrenal a una vecina más.

El tiempo, que siempre juzga con mayor certeza las cosas, se va a encargar también de darle la dimensión que todo esto tiene. Nosotros hoy no podíamos dejar de dedicarle unos minutos de reflexión a esa pequeña y gran mujer que tuvimos al lado de nuestro Presidente. Que su descanso sea el merecido.

-Tany Mendiondo-