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09 de September del 2022 a las 13:51 -
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Nota publicada en Ovación 

Matlas Laborda: su pasado como arquero

Nota publicada en Ovación 

"Se te pasa por la cabeza que a esta edad no ganás la plata habitual de la gente de 22 años y te hace sentir diferente", reconoció el futbolista de Nacional.

Ayer. Mathías Laborda en el entrenamiento en Los Céspedes; seguramente ingresará en lugar del suspendido Coelho. FOTO: Nacional.
"Cuando dejás de soñar, lo que te queda es retirarte”. Mathías Laborda abandonó su tierra natal (Fray Bentos) y llegó a Montevideo con 16 años en busca de un sueño. Quería ser jugador de Nacional, escalar hasta la Primera División y jugar un partido por la Copa Libertadores en el Gran Parque Central frente a su gente.

Lo pudo cumplir en menos de tres años: al igual que Luis Suárez, debutó con el primer equipo en un partido internacional en el mes de mayo -en su caso ante Cerro Porteño, en 2019- antes de tener minutos por el Campeonato Uruguayo. “De chico lo tomás como un sueño. Hasta en formativas. Ves el Mundial, ves a Nacional jugar por copa en el Parque y decís: ‘Yo sueño con estar ahí, con toda la gente, representar a la selección’. Y, de a poco, uno va escalando y dice: ‘No estaba tan lejos, lo tengo ahí, es un esfuerzo más’”, reflexionó.

Su madre, responsable de llevarlo al baby de Independiente en el amanecer de su carrera infantil, todavía dudaba, por entonces, sobre la marcha de su hijo a la capital. No por su capacidad, sino porque lo extrañaba y le había puesto una condición: “Si tenés una baja, te volvés”.

Pero Laborda seguía empecinado en que todo el esfuerzo que había hecho no podía ser en vano. Detrás de su talento futbolístico -que lo llevó a debutar en la Primera División de Anglo de Fray Bentos con 15 años- se ocultaba la perseverancia de un niño que iba a practicar en bicicleta y la responsabilidad de un alumno que había brillado en la escuela pasando todos los años con sobresaliente y que jamás tuvo una materia baja en el liceo.

“Al principio me llevaban (a practicar) mis padres, después de trabajar. Ya, cuando tuve un poquito más de edad, iba en bicicleta. Salíamos toda una bandita más o menos desde el mismo barrio y agarrábamos la ruta”, dijo a Ovación.

Aprendió de los roces en el potrero, en canchas que premiaban una barrida con una lastimadura instantánea en la rodilla. Pero también mamó mucho de su casa, con dos padres que le aconsejaban que se volviera temprano si se iba a una fiesta o a un cumpleaños de 15. “Mis viejos nunca me prohibieron nada, pero sí me decían: ‘Si vas a volver a las siete de la mañana, mirá que al otro día no vas a poder mover las patas’”.

Mathías Laborda es uno de los jugadores formados en Anglo. FOTO: Mathías Laborda.
Mathías Laborda en Anglo. FOTO: Mathías Laborda.
En el baby jugaba como volante, aunque también le gustaba ser arquero. Después, en formativas, pasó a ser zaguero y algunas veces fue lateral. Era un niño que, por sobre todas las cosas, pensaba en el fútbol, sin tener idea de todo lo que vendría después: “Vinimos a jugar el campeonato Danone (a Montevideo) y tengo el recuerdo de que terminé atajando en el último partido. Desde chico era bastante del arco, tenía un diploma de un curso de arquero. Me gustaba mucho. También en el baby se daba mucho que a algunos cuadros los goleábamos y cuando íbamos 3 o 4 a 0 yo cambiaba con el arquero. Lo dejaba jugar e iba a atajar”, recordó.

Laborda terminó de madurar en la residencia que Nacional le cede normalmente a sus juveniles. Atrás habían quedado sus amigos, sus compañeros de clase, los cumpleaños de 15 y las cenas en familia. Hasta el día de hoy, cree, fue el camino más difícil de su corta carrera: “Ahora que lo veo de grande, alejarse de la familia creo que es la parte más difícil. He visto muchos casos de compañeros que por extrañar se vuelven”, analizó, a punto de cumplir sus 23 años.

Mathías Laborda
Mathías Laborda
El presente

Fue, por mucho tiempo, suplente de Nicolás Marichal en el primer equipo de Nacional hasta que el joven defensa, que es dos años menor que él, se fue a Dinamo de Moscú a fines de agosto. Con su salida, volvió a tener una chance, que aprovechó con creces: se dio el lujo de convertir el primer gol en el clásico del pasado domingo contra Peñarol. “Lo grité muchísimo. No recuerdo haber gritado un gol así. El de Progreso (su primer gol en Primera) lo grité también, pero creo que este fue otro nivel de desahogo”.

“Por suerte, dos por tres me equivoco y hago un gol (risas). Fue una locura por el momento del partido. Nosotros veníamos dominando totalmente el primer tiempo y no veníamos encontrando el gol. En un clásico hacés el gol y cambia todo. Y poder ayudar al equipo haciendo el primer gol y desahogándonos de esa manera, primero, me puso muy contento y, después, me dio alegría escuchar a toda la gente”, insistió.

Enseguida de ese momento recibió la felicitación de Luis Suárez. “Me dijo que me felicitaba por el gol y me dio un abrazo en el momento. En cancha no recuerdo más nada. Escuchaba el grito de la gente nomás. Yo intenté ubicar a mi familia. Él me jodió un poco, pero lo normal”, explicó.

Por su edad, coincidió en su infancia y adolescencia con el mejor momento futbolístico del salteño. Era de esos futbolistas a los que tenía como ídolo, y lo mismo le pasó a otros jugadores jóvenes del plantel. Hasta que lo conocieron: “Todos se controlaron, pero sí tenían esa emoción. Fue raro. Fue como una timidez porque ves a un jugador como él, desde chico con Nacional, equipos de élite, la selección, haciendo no sé cuantos goles, y decís: ‘Voy a jugar con él, voy a poder compartir esto con él’. Nunca te imaginás con 22 años que vas a compartir vestuario y cancha con Suárez. Fue una sensación de timidez y de ir, de a poquito, tanteando el terreno para ver cómo era. Te encontrás con una persona que parece que fuera tu amigo de toda la vida”.


En lo deportivo también supuso un cambio: “Nos tuvimos que adaptar rápido porque él juega de primera, máximo dos toques. Nosotros no estamos tan acostumbrados a eso. Sí el nivel de copa te exige ese juego, pero quizás el Campeonato Uruguayo no tanto. Tenerlo a él haciendo eso en las prácticas subió muchísimo el nivel”, reconoció.

Ahora Suárez es su compañero de truco y se sienta en la misma mesa que Laborda integra para comer junto a otros jugadores. “Somos un grupito de ocho, diez, en esa mesa y esta él también. Escuchar las historias y anécdotas que tiene es muy enriquecedor”, valoró.

La vida fuera del fútbol

Laborda en su casa. Foto: @labordamatias
Laborda en su casa. Foto: @labordamatias
"Se te pasa por la cabeza que a esta edad no ganás una plata habitual para la gente de 22, 23 años y te hace sentir un poco diferente. La idea es bajar eso a tierra, dimensionar que la carrera es hasta los 30 y algo”.

Vive con su novia, con la que cría y pasea a dos perras. También disfruta de las juntadas con amigos, lee sobre inversiones para educarse en el aspecto financiero y es el encargado de limpiar en la casa.

Se siente un afortunado cuando observa la realidad que viven otros jóvenes de su misma edad. “Se te pasa por la cabeza que a esta edad no ganás una plata habitual para la gente de 22, 23 años y te hace sentir un poco diferente. La idea es bajar eso a tierra, dimensionar que la carrera de futbolista es hasta los 30 y algo, 40 reventando, y de ahí para adelante es muy difícil”.

“Tenemos la misma edad con mis amigos y vivimos realidades totalmente diferentes. Tengo amigos que laburan ocho, diez horas, estudian, y les da con lo justo para vivir. Yo tengo otra realidad, pero, dentro de todo, me junto bastante seguido con mis amigos. Por lo menos una vez por semana para no distanciarnos tanto. Siempre vienen de la mejor manera a mi casa, más allá de todo lo que tengan que trabajar, se hacen un espacio y me genera mucho orgullo verlos hacer todo lo que hacen con la edad que tienen”, profundizó.

 



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