Un hombre de 27 años falleció ahogado en una cuneta que tenía apenas 20 centímetros de agua, a la que cayó a raíz de un ataque de epilepsia en una casa de la zona de Mevir III de Piedras Coloradas, próximo al mediodía, en una insólita tragedia que enluta a esa población.

De acuerdo a información extraoficial obtenida por EL TELEGRAFO, Sandro Daniel Kabillón, casado y padre de dos niños de 3 y 4 años, nacido en la localidad donde era muy apreciado por su buena conducta, y empleado de un contratista de una empresa forestal-- fue hallado por su esposa, de 25, quien ayer celebraba su cumpleaños, cuando concurrió a buscarlo para almorzar en familia. 

Kabillón había estado trabajando desde la mañana en la reparación del alambrado de un potrero en la casa de su padre, lindera a la suya, en un barrio aledaño al complejo de Mevir, frente al predio destinado a la celebración de fiestas criollas, a unos 400 metros de la ruta. La tarea a la que se había abocado esa mañana tenía precisamente como objetivo impedir que los animales escaparan a la ruta. El potrero que reparaba Kabillón está junto a una cuneta que forma parte de una zanja que atraviesa todo el barrio hasta Ruta 90 y suele acumular gran cantidad de agua si se registran lluvias abundantes, pero en esta ocasión el agua estancada no superaba los 20 centímetros de profundidad. 

La esposa del trabajador forestal lo halló caído, con el rostro hundido en la cuneta, al parecer ya sin signos vitales, por lo que alertó de lo sucedido a familiares y vecinos. Fue trasladado por particulares a la policlínica de Comepa de Piedras Coloradas, donde se constató su deceso por asfixia por inmersión.

Tomó entonces intervención en el caso personal de la Seccional 13ª con asiento en esa localidad, que, en base a los testimonios recogidos, logró reconstruir las circunstancias en que se produjo la muerte de Kabillón.

Aparentemente, durante las convulsiones causadas por el ataque de epilepsia, cabillón introdujo sucesivamente su cabeza en la cuneta, hasta comenzar a ahogarse. 

La escena de la muerte fue relevada por personal de Policía Científica. La Justicia dispuso que la Policía trasladara el cadáver a la morgue judicial para practicar un reconocimiento forense más exhaustivo, y luego fuera entregado a sus familiares.