Gianni Infantino, ese cuarentón calvo, con cejas pobladas, de mirada penetrante, nacido en una pequeña aldea en Suiza, que presentó sus propuestas junto a Luis Figo, Fabio Capello, José Mourinho, Roberto Carlos, sacando músculo ante las cámaras como Popeye cuando come espinacas.
Es uno de los artífices que impulsó el Fair Play financiero de UEFA, un instrumento de control para regularizar los gastos de los clubes europeos, pero que en realidad, según la visión de Infantino, también serviría para estrechar la diferencia entre los equipos todopoderosos y los pequeños de Europa con la finalidad de evitar que la diferencia competitiva entre ricos y pobres sea menor que la que existe hoy en día. Así, trataría de contrarrestar el poder financiero de clubes como el Real Madrid, Barcelona, Bayern Munich, Manchester City, PSG, entre otros, para darle mayor oxígeno a equipos de segunda y tercera línea como el Valencia, Liverpool, Borussia Dortmund, Nápoles, etc.
Abogado de profesión, se convirtió en el brazo derecho de Michel Platini. Tuvo que escalar durante 15 años puestos dentro de la industria del futbol para llegar a la presidencia, en donde ha prometido que en 90 días cambiará la historia de FIFA. Y vaya que cambiará, pero no solo en materia de transparencia, sino también en lo futbolístico.
Estuvo en estos días en nuestro país, fue al estadio de Peñarol, al Parque Central, al estadio Centenario, al Museo del fútbol y le llegó la propuesta directa del Presidente de la República Tabaré Vázquez de organizar junto a Argentina, el Mundial del 2030.-