La inseguridad y la sensación que genera la misma son una realidad del presente. Sin eufemismos y quiero ser muy claro, en este asunto tenemos problemas.

Somos de los países en proporción a su población, con mayor cantidad de presos. Quiere decir, con objetividad, que las políticas de combate a la delincuencia producen resultados. Al menos comparándonos con otros países de nuestro continente. Desde el gobierno del Frente Amplio uno de los presupuestos que más se fortaleció fue el que corresponde al Ministerio del Interior, esto lo confirman los propios policías, que la masa salarial, las capacidades logísticas, el armamento, y hasta la propia dignidad de un buen uniforme, están a la vista. Se han modificado códigos y leyes mejorando la eficacia y adecuando normas a la nueva realidad delictiva, o sea que nosotros en cuanto a Representantes Nacionales en el Parlamento no nos escondemos.

Proactivamente asumimos el rol en nuestra línea de combate. El Ministerio del Interior ha contado con más recursos humanos, mejor preparados, y ha definido en la Guardia Republicana una herramienta potente para la estrategia de combate. En nuestro rol en el Departamento, los dos Diputados, hemos gestionado el llenado de vacantes y distintas necesidades en materia de seguridad. Río Negro es el Departamento que mayor seguridad brinda a sus habitantes, esto lo dicen los detalles estadísticos que tiene el Ministerio del Interior. Ese hecho muchas veces dificulta pedir para nuestro pago chico, sin embargo, lo hemos hecho y con buenos resultados.

Ni que hablar que participamos de la convicción de que la inseguridad es fundamentalmente la resultante de la falta de equidad, Latinoamérica presenta números escalofriantes en materia de asesinatos. Desde el 2005, también nuestro objetivo siempre fue la equidad, se ha bajado la pobreza y reducido a la mínima expresión la marginalidad, ahí también estuvieron nuestros esfuerzos y nuestros votos. Pero no ha bastado, en los últimos meses la irracionalidad se ha apoderado de algunos compatriotas. Y así como hemos puesto todo para atacar las raíces del mal, mejorando las condiciones de vida de los uruguayos, endureciendo las leyes, dotando de recursos al Estado para el combate a la delincuencia, debemos reconocer que no ha sido suficiente. Y acá tampoco nada de escondernos, nuestra policía tiene que sentir el respaldo de la clase política. El monopolio de la fuerza es del Estado y se debe actuar en consecuencia.

A la irracionalidad y el desprecio por la vida humana de parte de la delincuencia, es obligación del Estado enfrentarla con la defensa de la vida.

Defender a los uruguayos honestos, trabajadores, a los que día a día cuidan a sus familias honradamente, ese también es nuestro deber.

Nuestro espacio político debe superar algunos reflejos que ponen en riesgo la profundización del modelo progresista. Uno de ellos es la indecisión de ciertos sectores al combate frontal a esta nueva forma de delincuencia. Es nuestra obligación y la de nuestra inteligencia, poner en valor cuáles son las piedras en el camino que ponen en riesgo la consolidación del ciclo progresista. La inseguridad es hoy el principal riesgo que enfrentamos.

-Tany Mendiondo.