Los diputados del interior sumamos a la tarea legislativa una enorme cantidad de demandas de la población. Lo que llamamos “los mandaditos”. Cuando comenzamos la legislatura y decidimos tener una representación genuina de todos los rionegrenses más allá del lugar donde residen y las banderías políticas, reflexionamos sobre la legitimidad y la pertinencia de sumar esas tareas.
Buscamos opiniones con experiencia, pero fundamentalmente definimos qué hacer teniendo en cuenta ansiedades, insatisfacciones, muchas veces ausencia del Estado, y diversas razones de las personas que nos visitaban diariamente.
Nuestro propósito de potenciar y abrir caminos para representar a la población, tener cercanía, era precisamente eso: ser la voz y el puño a la hora de golpear puertas. Encontrar los insumos y las carencias que sirvieran de base a la legislación. Al poco tiempo nos dimos cuenta que este país tiene leyes para todo, un sinnúmero de políticas públicas, un Estado grande y extendido, pero poca coordinación, falta de sinergia, insuficiente complementación y otras tantas debilidades. Tiene que ver con aquella madre de todas las batallas aún inconclusa, la de la reforma del Estado. Es más, creemos que es muy optimista hablar de inconclusa en forma genérica cuando en muchos lugares es notorio que aún no comenzó. No solo lleva tiempo tomar y ocuparse de los pedidos de la gente, también lo lleva convencer a los interlocutores de las distintas dependencia del Estado, que muchas veces carentes de actitud o en el convencimiento de que todo funciona según la teoría, nos dan lecciones de cuál es nuestro rol en la Institucionalidad del Estado.
Quienes concurren a nuestras secretarías o se acercan personalmente a hablar con nosotros no siempre tienen aspiraciones legítimas o posibles, pero la mayoría de las veces si, y nos prueban que existió insatisfacción, insuficiencia, en la respuesta que recibieron y eso también genera un estado de ánimo que el Estado debe atender. Cuando no se tiene derecho o no se reúnen las condiciones, se merece una respuesta adecuada, todos los ciudadanos se merecen siempre una respuesta. A nadie le gusta tener que atender a gente cuando existen organismos del Estado más que suficientes para tal fin pero no se tiene más remedio que hacerlo porque en los hechos, después de ese transitar por fuera de nuestro rol, nos encontramos que los reclamos eran pertinentes.
Daré un ejemplo sencillo, cuando asumió el gobierno del Frente Amplio, hace más de 13 años, se le asignó a una oficina que ya ni el nombre recordamos, que relevara los inmuebles del Estado para racionalizar y optimizar el uso de los mismos. Produce impotencia recorrer las ciudades de nuestro departamento, fundamentalmente la capital, y constatar la cantidad de inmuebles abandonados, en estado ruinoso, de propiedad estatal, cuando se gastan cantidades de dinero alquilando locales y viviendas para el funcionamiento de oficinas. Este es el caso más elocuente del debe que tenemos y también el respaldo inequívoco a la hora en que nos hacemos cargo de “los mandaditos” para la gente.
Porque si no hemos podido solucionar una cuestión tan sencilla como es ahorrar con los inmuebles propios, no quepa la menor duda y por extensión de la patología, que hay falta de respuestas adecuadas, hay falta de coordinación, hay falta de complementación que terminan cercenando derechos y quitando eficacia a las políticas públicas.
-Tany Mendiondo-