El Ministerio de Desarrollo Social, nacido con el gobierno progresista, siempre recibe alguna pedrada, y muchas veces desde lugares impensados. La realidad del 2005 apresuró su creación y además generó la primera postura de defensa del interés nacional del gobierno del Dr. Vázquez frente a los organismos multilaterales de crédito. Sí o sí tenía que haber recursos para atender la emergencia de la crisis, en el primer presupuesto quinquenal. Recordemos que en ese entonces Uruguay tenía un 40% de pobreza y un 4,6 % de indigencia. Habíamos retrocedido 100 años en el tiempo.

Eran épocas donde la nóbel Ministra Maestra Marina Arismendi (hoy nuevamente en esa función) además de desempeñar la responsabilidad de la creación de algo nuevo, condicionado por la premura de los hechos, también atendía el teléfono haciendo su propia secretaría para dar una fotografía de lo que era aquello. El PANES (Plan de Atención a la Emergencia Social) se ejecutó hasta el último día del año 2007 y luego vinieron políticas públicas con el objetivo de la equidad; muchos programas con diferentes características, objetivos sociales pero con algo en común, terminar con las inequidades.

La Ley de Uruguay Trabaja, que, en algún momento fue Trabajo por Uruguay y Rutas de Salida en el marco del PANES; pero además emprendimientos productivos, cooperativas sociales, Monotributo Social MIDES, Tarjeta Uruguay Social, entre otros, para garantizar el derecho a la alimentación, Asistencia a la Vejez, que es un adelanto de 5 años a la pensión a la vejez que recoge nuestro sistema de seguridad social. El acompañamiento a familias en situación de extrema pobreza, para fortalecer sus funciones de cuidado, socialización, crianza y desarrollo de sus integrantes (Uruguay Crece Contigo.-UCC), Equipos Territoriales de Atención Familiar ETAF, capacitación y apoyo a personas para insertarse en el mercado laboral, refugios para atender a personas en situación de calle, fortalecimiento del sistema de respuesta a la violencia basada en género, promoción de la inclusión socio educativa y socio cultural, con énfasis en género, afrodescendencia, discapacidad y diversidad sexual, Programa Impulsa/INJU, destinado a los jóvenes. Pero todo esto, que es mucho, no es todo.

El inmenso trabajo de INMUJERES en la lucha contra la violencia doméstica, la protección de los Derechos de las personas mayores en INMAYORES, el Instituto Nacional de Alimentación, la creación por ley de un nuevo derecho para todo el Uruguay, el Derecho al Cuidado, garantizado en el Sistema Nacional Integrado de Cuidados, estrategia interinstitucional de abordaje a la dependencia de personas con discapacidad, personas mayores y primera infancia, equipos multidisciplinarios para la atención personalizada, orientación, diagnóstico y contención a personas que se acercan al MIDES con sus problemas y con sus dificultades. La documentación para muchos uruguayos que carecían de identidad, la operación milagros. El apoyo a las personas con discapacidad a tavés de Pronadis también está presente.

Son tantas las tareas que lleva adelante este Ministerio, interactuando con el Estado Nacional y con la sociedad civil organizada, que es casi imposible explicitarlas todas en un artículo, pero a trazo grueso el Uruguay bajó históricamente los niveles de pobreza y marginalidad y el MIDES estuvo y está.

Hoy tenemos un 7,9 % de pobreza y un 0,1% de indigencia, pero además, un índice de Gini de 0,38, que significa todo esto, que somos un país cada vez con menos pobreza y donde se ha reducido sensiblemente la desigualdad por ingresos.

Las personas de este País, con dificultades, vulnerables, que padecen inequidades, pero también aquellas con proyectos socio-productivos, tienen en el MIDES contención y reconocimiento; y sin necesidad de tarjetas de políticos ni clientelismo. El MIDES ejecuta herramientas definidas con rigor, respaldadas por las grandes mayorías, para desarrollar sectores largamente postergados. En comparación con los recursos que asigna el presupuesto del Estado, los pocos que recibe el Ministerio de Desarrollo Social, llegan al 0,40 % del PBI, y producen impactos en la mejora de calidad de vida, construyendo ciudadanía. Seguramente hay cosas por mejorar, pero los que sistemáticamente se han opuesto al MIDES, los que tildan de “vagos”, “pichis” y epítetos semejantes a los ciudadanos que allí concurren o que reciben sus beneficios, ¿les parece que llevarían adelante planes de atención social como los que hemos mencionado? Para decirlo con otras palabras, ¿usted pondría al zorro a cuidar del gallinero?

-Tany Mendiondo.